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La playa estaba vacía. La marea estaba baja. Desde un mirador en la rambla los niños vieron al espectro de Lupita León removiendo la arena con su empeine blanco. Hablaba sola.
Se acercaron.
—Pusieron al loco a flotar/ en una loca barquilla/ desde que le dijo al mundo/ que el mundo era pesadilla. / Pusieron al loco a flotar/ en una loca barquilla.
—¿Es tu poema, Lupita? —preguntó Niní.
—Sí.
—¿Qué quiere decir?
—Quiere decir que algunos pueden ver el horror del mundo.
Todos miraron al horizonte.
—Yo lo veo —dijo Niní.
—Yo también —dijo Gusi.
—Oscuridad.
—Muerte.
— Peces electrocutados.
—No. No es eso.
—Corazón roto.
—No. No entienden.
Lupita León dejó de rastrillar la arena. Los miró fijamente.
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